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Mar
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Peligrosa desinformación sobre la radiación resultante de fusiones nucleares


Se ha informado ampliamente sobre las emisiones de radiación que se han propagado a California, y más allá, provenientes del destruido complejo de seis reactores en Fukushima, Japón. Lo que es peor en términos de percepción ciudadana, es que las nubes de desinformación circulan aún más rápido.

Las consecuencias del desastre en Japón elevadas al cubo –terremotos, un tsunami y la eyección de radiación– apenas se pueden exagerar con más de 22.000 personas supuestamente muertas o desaparecidas, una contaminación generalizada por isótopos longevos como el cesio y un primer cálculo de 250.000 millones de dólares en daños.

Sin embargo, dentro de la tormenta de radiación que se extiende fuera de control, día tras día, desde los reactores destruidos de Japón y sus estanques secos de desechos ardientes de combustible, es importante tomar nota de la tormenta de arrullos reconfortantes pero erróneos sobre exposición “segura”, “inofensiva” y “menos que peligrosa”.

No hay ningún nivel de exposición a la radiación, por pequeño que sea, que resulte inofensivo. Toda agencia federal que regula la contaminación radioactiva está de acuerdo.

Cualquier exposición aumenta el riesgo de cáncer

El Consejo Nacional de Protección contra la Radiación dice: “…todo incremento la radiación produce un aumento gradual del riesgo de cáncer”.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) dice: “…cada exposición a la radiación plantea un cierto riesgo, es decir que no existe ningún nivel bajo el cual podamos decir que una exposición no plantea ningún riesgo”. El Departamento de Energía dice sobre los “bajos niveles de radiación” que: “…el principal efecto es un aumento muy ligero en el riesgo de cáncer”. La Comisión Reguladora Nuclear dice: “todo aumento de la radiación plantea algún riesgo de cáncer… todo aumento en la dosis, no importa lo pequeño que sea, conduce a un aumento del riesgo”. La Academia Nacional de Ciencias, en sus “Efectos biológicos de la radiación ionizante VII”, dice: “…es improbable que exista un umbral para la inducción de cánceres…”

En pocas palabras: “Ya no se puede hablar de un nivel ‘seguro’ de dosis”, como dijeron el doctor Ian Fairlie y el doctor Marvin Resnikoff en su informe “Ninguna dosis es demasiado baja” según el Bulletin of the Atomic Scientists.

Pero cuando los representantes de agencias gubernamentales, universidades o industrias dicen que “la cantidad de radiación no llegó a un nivel peligroso”, se conduce al oyente a pensar erróneamente que existe un determinado nivel que está libre de riesgo.

El ocultamiento o el disimulo de la dispersión de radiación provino desde muy pronto de funcionarios del gobierno y de las compañías que informaron de “la descarga de gas de hidrógeno”, y afirmaron que no existe “peligro para la salud”. Incluso cuando explosiones de gas de hidrógeno destruyeron parte de los cuatro reactores repitieron la promesa de la seguridad.

“De hecho”, escribe la antropóloga medioambiental Barbara Rose Johnston en el Bulletin of the Atomic Scientists del 18 de marzo, “el hidrógeno liberado es vapor de agua de tritio, un emisor [de radiación] de bajo nivel que puede ser absorbido por el cuerpo humano simplemente mediante la respiración o al beber agua contaminada”.

El principal portavoz del gobierno japonés, secretario jefe del gabinete, Yukio Edano, ha sido uno de los peores transgresores. El 21 de marzo Edano pidió al público que no reaccionara de forma exagerada ante los informes de alimentos contaminados por radiación; no dañarán en nada vuestra salud”, informó la BBC.

Se han encontrado espinacas con un nivel de yodo radioactivo de 27 veces el límite establecido por el gobierno en la ciudad de Hitachi, más de 80 kilómetros al sur de los reactores afectados.

Mentiras totales, pereza abrumadora

El 17 de marzo, cuando según las informaciones los niveles de radiación eran 300 veces superiores a lo normal al sur de Fukushima, el escritor de Associated Press Eric Talmadge, informó sin comentario alguno de lo que dijeron los funcionarios: “Se necesitarían tres años de constante exposición a estos niveles más elevados para aumentar el riesgo de cáncer para una persona”. Es una mentira total, por supuesto de “funcionarios”, pero también muestra la pereza abrumadora de AP, ya que la información sobre exposiciones a bajas dosis está fácilmente disponible en los sitios en la web de los organismos antes mencionados.

El doctor Chris Busby, fundador del Comité Europeo sobre Riesgo de Radiación, y científico jefe en la Campaña de Radiación a Bajo Nivel declaró el 16 de marzo: “No se puede creer en las palabras tranquilizadoras sobre exposiciones a la radiación emitidas por el gobierno japonés. Se basan en un modelo de riesgo errado que la propia Comisión Internacional sobre Protección Radiológica (ICRP) ha admitido que no se puede aplicar en situaciones de accidentes.”

Este modelo de radiación de la ICRP es la base de y domina toda la legislación actual sobre exposición a la radiación. No obstante, informa el doctor Busby: “El concepto básico de dosis de radiación es generalmente reconocido como errado para muchos tipos de exposición interna relevantes para la actual emergencia”.

Los responsables del control de la industria trabajan para corregir los errores. Mary Olson, del Servicio de Información y Recursos Nucleares, escribe: “La radiación tiene un riesgo, no una certeza, de daño al ADN a cualquier nivel de exposición. Una emisión de un radionúclido que por casualidad llega con tu sándwich a tu estómago –una exposición tan ínfima que jamás se podría medir– tiene la capacidad de iniciar lo que se podría convertir en un cáncer fatal.”

Los gobiernos han establecido límites a la exposición por radiación “permisibles,” “admisibles” y “legales” porque los reactores no pueden operar sin emitir o tirar gases y líquidos contaminados. La exposición a esta radiación, mediante operaciones rutinarias o fusiones nucleares parciales –digamos en la leche, agua potable, o vegetales– nunca es segura. Sólo está permitida por la ley.

John LaForge trabaja en Nukewatch, un grupo que vigila la industria nuclear en Wisconsin y edita su boletín noticioso trimestral.

Fuente original en Inglés: http://www.counterpunch.org/laforge03232011.html

 

Fuente: Rebelión



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