«Se huele la quiebra de Irlanda», ironiza el banco Natixis. En efecto, Dublín está comprobando que su programa de austeridad –destinado a calmar a los inversores- agrava su recesión y… preocupa a los mercados. Así, el «buen discípulo» celta podría unirse al «burro» griego en el banco de los insolventes. Otra mutación del modelo irlandés, menos milagrosa que las anteriores.
«Cuando el ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia visitó la redacción del Wall Street Journal, hace varias semanas, Irlanda era uno de los últimos asuntos de los que pensaba oírle hablar. Con gran sorpresa para mí, fue el primer tema que abordó». A principios de marzo de 2008, aturdida, la periodista Mary Anastasia O’Grady hizo un descubrimiento: «Bogotá está muy interesada por el modelo irlandés» (Wall Street Journal, 25 de marzo de 2008). ¿Pero era real el capricho colombiano?
«Sólo veo ventajas en el modelo irlandés», una «auténtica historia de éxito» que envía «un mensaje a Francia», declaraba entusiasmado el Primer Ministro francés Jean-Pierre Raffarin (Dublín, 24 de mayo de 2004). Un año después una publicación oficial del gobierno lituano anunció que Vilnius se fijaba como objetivo «reproducir el escenario de crecimiento económico irlandés (1)». A continuación el partido conservador británico hizo las maletas para «observar y aprender de lo que está pasando en la otra orilla del mar de Irlanda». En la misma época en Jamaica la patronal se preguntaba: «¿Qué enseñanzas aprender del fenomenal éxito de Irlanda?». La reflexión de su homólogo de Quebec fue más lejos: sin ninguna duda «Irlanda constituía el modelo más apropiado (2)» para su provincia. De la derecha letona al Consejo Nacional de la patronal hondureña, del Partido Republicano estadounidense a la Cámara de Comercio americana-uruguaya, por todas partes la misma observación: «El modelo irlandés es una estrategia que puede funcionar en otros países, independientemente del momento o de la zona geográfica (3)». Seguir leyendo ‘Las cuatro vidas del modelo irlandés’